APORTAR O APARTAR: EL ETERNO DEBATE DE LOS CHICOS SOLOS EN EL MUNDO SWINGER

En todo grupo liberal tarde o temprano aparece el mismo debate: los chicos solos. ¿Aportan o solo vienen a aprovechar?
Hace unos días, en una de esas conversaciones que empiezan con risas y acaban con reflexiones serias, el grupo lo dejó claro: hay un patrón que se repite. Cuando están solteros, aparecen en todas las fiestas. Cuando encuentran pareja, desaparecen del mapa. Y cuando vuelven a quedarse solos, regresan al ambiente como si nada hubiera pasado. No se trata de juzgar, sino de coherencia. Si uno dice ser liberal, la libertad no puede depender del estado civil.

El problema no es que existan chicos solos. El verdadero problema empieza cuando algunos confunden el ambiente swinger con un buffet libre de sexo. Cuando insisten tras un “no”, cuando aporrean puertas, cuando se acercan sin permiso o intentan “levantar” a la chica que trajo otra pareja. Cuando se inventan excusas para follar, como el clásico: “mi novia está de viaje y me dio permiso”.
Eso no es morbo, es falta de respeto. Y sin respeto, el ambiente se ensucia.

También se habló de las chicas solas, porque el mismo rasero debería aplicarse a todos. Hay mujeres que tampoco aportan, que aparecen y desaparecen según les conviene. Y parejas que se definen como liberales pero solo cuando están aburridas.
La diferencia es que los hombres son mayoría, y sus errores se notan más. Pero el punto fue claro: las normas deben ser las mismas para todos. Aquí nadie tiene carta blanca.

Ser swinger no es follar fácil. Es tener una mentalidad abierta, saber comunicar, respetar los límites y cuidar la experiencia de los demás. Quien viene solo a quitar sin aportar, rompe la esencia del juego.
Aportar no es solo traer nuevas personas —aunque eso siempre suma—, también significa traer actitud, empatía y coherencia.
A veces el mejor aporte es saber leer una mirada y retirarse a tiempo.

En los locales se nota la diferencia. Hay noches abiertas, otras reservadas solo para parejas, y momentos en los que el paso de chicos solos se restringe para mantener equilibrio. No es exclusión, es cuidado del ambiente.
Las fiestas privadas, en cambio, son sagradas. No son un puticlub: son encuentros entre personas que se respetan.
Si una pareja quiere un chico, lo elegirá. Si no te eligen, sonríe y sigue tu camino. En el mundo swinger, la insistencia mata el deseo.

Del debate quedaron frases que merecen enmarcarse:
“El respeto también excita.”
“Swinger es intercambio, no individualismo.”
“Aporta o aparta.”
“No todos los chicos solos son un problema, pero el que no respeta, sobra.”

El ambiente mejora cuando entendemos que la libertad no es hacer lo que nos da la gana, sino cuidar el deseo compartido.
Venir al mundo swinger es entrar en un espacio donde el consentimiento y la coherencia valen más que cualquier fantasía.
Si vienes, aporta.
Si no puedes aportar, respeta.
Y si no respetas, no es tu sitio.

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